Sunday, June 25, 2023

Lectionary 12 (Cuarto domingo después de Pentecostés)

Mateo 10:24-39

I preached this sermon in the Spanish service; the English translation is below. 

Oremos…

Sean gratos los dichos de mi boca y las meditaciones de nuestros corazones delante de ti, oh Jehovah, Roca mía y Redentor mío. Amén. (Salmos19:14 RVA)

En el evangelio de hoy, Jesús continúa hablando a sus seguidores sobre el costo del discipulado. Él les dice que la fe en Jesucristo es disruptiva. Él explica cómo se encontrarán con la división. Las personas que tienen poder los calumniarán (v. 25) y hasta sus familias tendran sospechas. Vemos que la madre y los hermanos de Jesús vienen a él más adelante en el capítulo doce, y él parece despedirlos. Jesús nunca dice que la familia no sea importante, pero sí quiere que tengamos a Dios en el centro de nuestras relaciones humanas, para que nuestro amor mutuo refleje el amor perfecto que conocemos en Cristo.

El fin de semana pasado, un barco que transportaba a cientos de inmigrantes, incluidos mujeres y niños, se perdió en el mar Mediterráneo cuando la embarcación se descompuso y luego se desplomo.

Y esta no era la primera vez que ese tipo de accidente acababa con vidas. Sucedió hace ocho años, y también hace seis años, y nuevamente hace cuatro años y desde entonces, accidentes como ese han ocurrido todos los años.

El miércoles pasado hablé con mi tutor de español. Su nombre es Luis, y vive en las montañas de Guatemala. Nos comunicamos por Skype. Desde hace dos semanas, no tienen electricidad y las lluvias torrenciales han empeorado sus problemas. A principios de esta primavera, cuando hablamos sobre las frecuentes interrupciones en la electricidad, le pregunté cómo calienta su casa y me dijo que no tienen calefacción. Simplemente usan mucha ropa cuando hace frío. Hemos hablado sobre las necesidades de su comunidad y los obstáculos con los que viven todos los días. Él se va a quedar en Guatemala, pero otros toman una decisión diferente y se van.

La semana pasada, muchos de nosotros observamos mientras varios países trabajaban juntos tratando de localizar a cinco personas que ahora sabemos que murieron en el océano cuando su embarcación falló.

Y la diferencia en el cuidado de esos aventureros multimillonarios y los viajeros en el Mediterráneo y en países de nuestro sur fue vívida. El autor coreano Min Jin Lee preguntó:

“¿Qué pasaría si los migrantes  con recursos limitados en barcos también fueran vistos como valientes exploradores dotados de curiosidad y asombro por profundidades desconocidas?” [i]

No sé la respuesta, pero quiero creer que cambiaría corazones y mentes y que habría menos personas poniendo en peligro sus vidas a diario.

Cuando Jesús les dice a sus discípulos lo que les espera, también les dice que cada cabello de su cabeza está contado, y que cada uno de ellos es conocido por Dios y atesorado o apreciado. Les dice tres veces en rápida sucesión que no tengan miedo.

El estímulo para no tener miedo no se debe a que Jesús piense que el camino a seguir es fácil y libre de obstáculos. No es porque piense que el miedo es débil o que la ansiedad no está justificada. En cambio, les recuerda a los discípulos que Dios está con ellos, incluso cuando enfrentan situaciones aterradoras. Dios está con ellos incluso cuando se sienten alejados o aislados. Les vuelve a decir que su identidad no se encuentra en sus pruebas o su éxito, y no se encuentra en las opiniones de otras personas. Importan porque pertenecen a Dios y Dios los ama.

El pasado martes 20 de junio fue el Día Mundial del Refugiado. Durante la semana, una de nuestras agencias luteranas organizó reuniones con funcionarios electos y voluntarios capacitados para hablar con líderes sobre inmigrantes y solicitantes de asilo.

Todos vinieron con una historia.

Una mujer describió las dificultades que enfrentó su prometido cuando llegó a los Estados Unidos desde Polonia. Un hombre habló sobre su experiencia ayudando a familias afganas a establecerse en nuevos hogares y comunidades. Otra persona habló sobre su experiencia visitando la frontera entre Texas y México y hablando con las personas que trabajan allí.

Hablé como una persona de fe que cree que cada persona es creada y amada por Dios, y que especialmente los cristianos estamos llamados por nuestra fe a acoger al extranjero, a la viuda y al huérfano.

Hay un viejo himno "Su ojo está en el gorrión" que se basa en estos versículos de Mateo. [ii] La esperanzadora promesa que Jesús hace a todos los que le siguen contrasta vivamente con el desánimo y la desesperación que nos inflige a todos en tiempos difíciles.

Como dice el himno, “cuando vengan las sombras” o “cuando

nuestros corazones están solos” estamos invitados a descansar en las promesas de Dios y confiar en la bondad de Dios, seguros de que Dios está con nosotros observando.

Oremos …

Dios bueno y misericordioso,

Gracias por amar a cada uno de nosotros -

por un amor que conoce cada cabello de nuestras cabezas, y cada dolor de corazón.

Gracias por la promesa de que nos acompañas en cada situación y no estamos solos ni olvidados.

Gracias por tu Hijo Jesús

mostrándonos cómo amar a los demás como Tú nos amas.

Por tu espíritu, quita nuestro temor de que podamos contar las historias de tu amor al mundo entero.

Amén.


[i] Min Jin Lee, author of Pachinko

[ii] lyrics by Civilla D. Martin, 1905


Matthew 10:24-39

In today’s gospel, Jesus continues to talk to his followers about the cost of discipleship. He tells them that faith in Jesus Christ is disruptive. He explains how they will encounter division. The people who have power will malign them (v. 25) and even their families will be suspicious. We see Jesus’ own mother and brothers come to him later in Chapter 12, and he appears to dismiss them. Jesus never says that family isn’t important, but he does want us to have God at the center of our human relationships, so that our love for each other reflects the perfect love we know in Christ.

Last weekend, a ship carrying hundreds of immigrants, including women and children, was lost in the Mediterranean Sea when the vessel was disabled and later capsized.

Last Wednesday, I spoke with my Spanish tutor. His name is Luis, and he lives in the mountains of Guatemala. We meet on Skype. For two weeks now, they have not had electricity, and flooding rains have made their problems worse. Earlier this spring, when we talked about the frequent disruptions to the electricity, I asked how he heats his house, and he told me they don’t have heat. They just wear lots of clothes when it’s cold. We’ve talked about the needs of his community and the obstacles they live with every day. He’s going to stay in Guatemala, but others make a different choice and leave.

This past week, many of us watched while multiple countries worked together trying to locate five people whom we now know died in the ocean when their vessel failed.

And the disparity of care for those multi-million-dollar adventurers and the travelers in the Mediterranean and in countries to our south was vivid. Korean author Min Jin Lee asked,

“What would happen if migrants on boats with limited resources were also seen as brave explorers gifted with curiosity and wonder for depths unknown?”[i]

I don’t know the answer, but I want to believe it would change hearts and minds and there would be fewer people endangering their lives on a daily basis.

When Jesus tells his disciples what awaits them, he also tells them that every hair on their heads is counted, and that every one of them is known by God and treasured or cherished. He tells them three times in rapid succession to not be afraid.

The encouragement to have no fear isn’t because Jesus thinks the way forward is easy and clear of obstacles. It isn’t because he thinks fear is weak, or anxiety is unwarranted. Instead, he reminds the disciples that God is with them, even when they face frightening situations. God is with them even when they feel estranged or isolated. He tells them again that their identity is not found in their trials or their success, and it isn’t found in the opinions of other people. They matter because they belong to God and God loves them.

Last Tuesday, June 20th was World Refugee Day. During the week, one of our Lutheran agencies organized meetings with elected officials and trained volunteers to speak to leaders about immigrants and asylum seekers.

Everyone came with a story.

One woman described the difficulties her fiancée faced when he came to the United States from Poland. One man talked about his experience helping Afghan families settle into new homes and communities. Another person spoke about her experience visiting the border between Texas and Mexico and speaking with the people working on the ground there.

I spoke as a person of faith who believes every person is created and beloved by God, and that Christians especially are called by our faith to welcome the stranger, the widow and the orphan.

 There is an old, old hymn “His Eye is on the Sparrow” that is based on these verses in Matthew.[ii] The hopeful promise Jesus makes to all who follow him contrasts vividly with the discouragement and despair that inflicts us all in troubled times.

As the hymn says, “when the shadows come” or “when our hearts are lonely” we are invited to rest in God’s promises and trust in God’s goodness, confident God is with us watching.

Let us pray…

Good and gracious God,

Thank you for loving every one of us –

for a love that knows every hair on our heads, and every heartache.

Thank you for the promise that You go with us into every situation and we are not alone or forgotten.

Thank you for your Son Jesus

showing us how to love others the way You love us.

By your spirit, take away our fear that we may tell the stories of your love to the whole world.

Amen.



[i] Min Jin Lee, author of Pachinko

[ii] lyrics by Civilla D. Martin, 1905


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