I preached this sermon in the Spanish service; the English translation is below.
Oremos…
Sean gratos los dichos de mi boca y las meditaciones de nuestros corazones delante de ti, oh Jehovah, Roca mía y Redentor mío. Amén. (Salmos19:14 RVA)
Hoy a veces se le llama “Domingo del Buen Pastor”. El Evangelio y el salmo hablan de Dios como pastor, alguien que conoce, protege y cuida del rebaño. Jesús se llama a sí mismo la puerta del redil y promete vida abundante a su rebaño, y el Salmo pinta una ilustración de esa vida abundante.
No sé mucho sobre pastores que cuidan ovejas, pero escuchamos sobre los pastores en los campos a quienes se les apareció el ángel después de que nació el niño Jesús en Belén y conocemos personajes bíblicos que fueron pastores, incluidos Raquel, Séfora, Moisés y, por supuesto, David, quien es nombrado como el autor de nuestro salmo hoy.
Una de las cosas que noto sobre nuestro evangelio es que cuando Jesús habla de sus ovejas, es plural – hay más de una oveja en este rebaño.
En el evangelio de Lucas tenemos la parábola de la oveja perdida que nos dice que el pastor dejaría las noventa y nueve para encontrar a la que se había perdido. Alguien está observando atentamente si nota que falta uno de un grupo de cien.
Imagina una mesa llena de cien flores o una librería con cien libros o una fiesta con cien invitados. En algún momento, dejas de contar. Pero el pastor de Lucas sigue contando y buscando. Todo el mundo cuenta.
El texto nos recuerda que nunca llegamos a la fe o la vida cristiana solos: siempre estamos en comunidad y en relación con Dios, entre nosotros y con el mundo.
Una de las otras cosas que noté fue que Jesús dice, el pastor o portero llama a sus propias ovejas por su nombre.
Nombrar a alguien tiene el poder de proporcionar dignidad, o puede despojarla. La rima infantil dice que las palabras nunca pueden lastimarnos, pero pueden y lo hacen. Conozco a varias personas que han cambiado sus nombres. Una es una mujer que enviudó dos veces y cuando se mudó a un nuevo lugar, comenzó a usar su apellido de soltera nuevamente. También conozco a varias personas a las que se les dio un nombre al nacer pero ahora usan un nombre diferente. Para cada persona, el nombre que tiene hoy refleja su comprensión de su identidad.
De la misma manera, Jesús sabe quiénes somos y nos llama por nuestro nombre.
Jesús contrasta a los ladrones y bandidos del mundo consigo mismo, diciendo que mientras ellos “no vienen sino para hurtar y matar y destruir”, Jesús viene para que nosotros “tengamos vida y para que la tengamos en abundancia”. (10:10)
Al escuchar a Jesús, pienso en los titulares de las noticias que cuentan historias de paz destrozada y pienso en cómo el mundo define la seguridad y la protección.
El robo, la muerte y la destrucción no son las imágenes del Reino de Dios que tenemos en las Escrituras y el profeta Isaías habla de un mundo donde las espadas se transformarán en arados, herramientas para el beneficio de la comunidad. Entonces, supongo, sabemos que aún no hemos llegado allí.
Pero el salmo nos da una imagen de vida abundante donde Dios es nuestra seguridad. Como noté con la oveja perdida, alguien está observando cuidadosamente si nota que falta una de un grupo de cien. Como hijos de Dios, pertenecemos a Dios. Dios está mirando, no para sorprendernos cometiendo un error, sino porque Dios quiere el bien para nosotros. Nuestro pastor Dios nos ama y quiere mantenernos a salvo.
Y Dios nos provee con todo lo que necesitamos. También aprendemos esto en el Padrenuestro; cuando oramos por nuestro pan de cada día, confiamos en que Dios satisfará nuestras necesidades.
El salmista parece decir: “Es mayor lo que tengo en Dios que lo que no tengo en la vida”.i
Dios es también nuestro guía, guiándonos y llamándonos.
A veces Dios nos llama a lugares inesperados. ¿Recuerdas a Jonás huyendo cuando Dios le dijo que fuera a Nínive?
No quería ir porque sabía que Dios era misericordioso y pensaba que los pecadores allí debían ser castigados. Los discípulos que seguían a Jesús conocían Galilea y Jerusalén, pero luego les pidió que fueran a lugares desconocidos donde vivían gentiles y que pasaran tiempo con extraños y marginados.
El Reino de Dios es más grande que nuestras expectativas. En Israel la tierra es seca y rocosa, pero el salmista describe aguas tranquilas y verdes pastos o lo que un autor llama “brotes altos de amor”. ii
Este lugar, ya sea un lugar físico o un lugar que visitamos cuando nos sentamos en la presencia de Dios u oramos, se convierte en un lugar de restauración, que nos ayuda a exhalar, cuando ni siquiera sabíamos que estábamos conteniendo la respiración.
La presencia de nuestro pastor Dios con nosotros es la fuente de nuestra esperanza y consuelo, especialmente cuando no sabemos qué hacer a continuación. La vara de pastor y el bastón son herramientas para ayudar al pastor a rescatar a una oveja descarriada y señalar el camino a seguir. De la misma manera, a través de los mandamientos, Dios nos enseña cómo vivir juntos con Dios, entre nosotros y en el mundo. Dios nos guía y nos ayuda a seguir el camino correcto.
Y finalmente, el salmista dice que Dios nos prepara una mesa y nos unge. Recuerdo nuestros sacramentos. Somos ungidos en el bautismo cuando comenzamos nuestra vida de fe, y luego cada vez que recibimos el pan y el vino en la Sagrada Comunión, somos alimentados y nutridos para continuar nuestro camino.
Con esta imagen más completa de Dios como nuestro pastor, podemos unirnos a la declaración de David de que “ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida”. (v.6)
Gracias a Dios.
[i] Max Lucado. Safe in the Shepherd’s Arms. 21.
[ii] Lucado, 25.
Today sometimes is called “Good Shepherd Sunday”. The Gospel and the psalm talk about God as a shepherd, someone who knows, protects and cares for the flock. Jesus calls himself the door or gate to the sheepfold and promises abundant life to his flock, and the Psalm paints an illustration of that abundant life.
I don’t know a lot about shepherds, but we hear about the shepherds in the fields to whom the angel appeared after the baby Jesus was born in Bethlehem and we know biblical characters who were shepherds, including Rachel, Zipporah, Moses and of course, David, who is named as the author of our psalm today.
One of the things I notice about our gospel is that when Jesus talks about his sheep, it’s plural – there’s more than one sheep in this flock. In Luke’s gospel, we have the parable of the lost sheep that tells us the shepherd would leave the ninety-nine to find the one who is lost. Someone is watching carefully if they notice one missing from a group of one hundred.
Imagine a table filled with 100 flowers or a bookcase with 100 books or a party with 100 guests. At some point, you stop counting. But Luke’s shepherd keeps counting and searching. Everyone counts.
The text remind us that we never come to faith or the Christian life
alone – we are always in community and in relationship with God, with
each other and with the world.
One of the other things I noticed was that Jesus says, the shepherd or gatekeeper calls his own sheep by name.
Naming someone has power to provide dignity, or it can strip it away. The children’s rhyme says words can never hurt us, but they can and do. I know several people who have changed their names. One is a woman who was twice widowed and when she moved to a new place, she began using her maiden name again. I also know several people who were given one name at birth but use a different name now. For each person, the name they have today reflects their understanding of their identity. In the same way, Jesus knows who we are and calls us by name.
Jesus contrasts the thieves and bandits of the world with himself, saying that while they “come only to steal and kill and destroy”, Jesus comes that we “may life and have it abundantly.” (10:10)
Listening to Jesus, I think about the news headlines that tell stories of shattered peace and I think about how the world defines security and safety. Theft, death and destruction aren’t the images of the Kingdom of God that we have in Scripture and the prophet Isaiah tells of a world where swords will be beaten into plowshares, tools to benefit the community. So, I guess, we know we aren’t there yet.
But the psalm gives us a picture of abundant life where God is our security. As I noted with the lost sheep, someone is watching carefully if they notice one missing from a group of one hundred. As God’s children, we belong to God. God is watching, not to catch us making a mistake, but because God wants good for us. Our shepherd God loves us and wants to keep us safe.
And God provides us with all we need. We also learn this in the Lord’s
Prayer; when we pray for our daily bread, we are trusting God to meet our
needs. The psalm writer appears to say, “What I have in God is greater than
what I don’t have in life.”[i]
God is also our guide, leading us and calling us.
Sometimes God calls us to unexpected places. Remember Jonah fleeing when God told him to go to Nineveh? He didn’t want to go because he knew God was merciful and he thought that the sinners there should be punished. The disciples following Jesus knew Galilee and Jerusalem, but then he asked them to go to unfamiliar places where Gentiles lived and to spend time with strangers and outcasts.
God’s Kingdom is bigger than our expectations. In Israel the land is dry and rocky, but the psalm writer describes still waters and green pastures or what one author calls “tall shoots of love”.[ii] This place, whether it is a physical place, or a place we visit when we sit in God’s presence or pray becomes a place of restoration, that helps us exhale, when we didn’t even know we were holding our breath.
Our shepherding God’s presence with us is the source of our hope and comfort especially when we don’t know what to do next. A shepherd’s rod and the staff are tools to help the shepherd rescue a wayward sheep and to point the way forward. In the same way, through the commandments, God teaches us how to live together with God, with each other, and in the world. God leads us and helps us follow the right path.
And finally, the psalm writer says God prepares a table for us and anoints us. I’m reminded of our sacraments. We are anointed at baptism when we begin our life of faith and then every time we receive the bread and the wine at Holy Communion, we are fed and nourished to continue on our way.
With this fuller picture of God as our shepherd, we can join in David’s declaration that “surely goodness and mercy shall follow me all the days of my life.” (v.6)
Thanks be to God.
[i] Max
Lucado. Safe in the Shepherd’s Arms. 21.
[ii] Lucado, 25.