Sunday, April 30, 2023

Fourth Sunday of Easter (Cuarto Domingo de Pascua)

Juan 1:1-10

Salmo 23

I preached this sermon in the Spanish service; the English translation is below. 

Oremos…

Sean gratos los dichos de mi boca y las meditaciones de nuestros corazones delante de ti, oh Jehovah, Roca mía y Redentor mío. Amén. (Salmos19:14 RVA)

Hoy a veces se le llama “Domingo del Buen Pastor”. El Evangelio y el salmo hablan de Dios como pastor, alguien que conoce, protege y cuida del rebaño. Jesús se llama a sí mismo la puerta del redil y promete vida abundante a su rebaño, y el Salmo pinta una ilustración de esa vida abundante.

No sé mucho sobre pastores que cuidan ovejas, pero escuchamos sobre los pastores en los campos a quienes se les apareció el ángel después de que nació el niño Jesús en Belén y conocemos personajes bíblicos que fueron pastores, incluidos Raquel, Séfora, Moisés y, por supuesto, David, quien es nombrado como el autor de nuestro salmo hoy.

Una de las cosas que noto sobre nuestro evangelio es que cuando Jesús habla de sus ovejas, es plural – hay más de una oveja en este rebaño.

En el evangelio de Lucas tenemos la parábola de la oveja perdida que nos dice que el pastor dejaría las noventa y nueve para encontrar a la que se había perdido. Alguien está observando atentamente si nota que falta uno de un grupo de cien.

Imagina una mesa llena de cien flores o una librería con cien libros o una fiesta con cien invitados. En algún momento, dejas de contar. Pero el pastor de Lucas sigue contando y buscando. Todo el mundo cuenta.

El texto nos recuerda que nunca llegamos a la fe o la vida cristiana solos: siempre estamos en comunidad y en relación con Dios, entre nosotros y con el mundo.

Una de las otras cosas que noté fue que Jesús dice, el pastor o portero llama a sus propias ovejas por su nombre.

Nombrar a alguien tiene el poder de proporcionar dignidad, o puede despojarla. La rima infantil dice que las palabras nunca pueden lastimarnos, pero pueden y lo hacen. Conozco a varias personas que han cambiado sus nombres. Una es una mujer que enviudó dos veces y cuando se mudó a un nuevo lugar, comenzó a usar su apellido de soltera nuevamente. También conozco a varias personas a las que se les dio un nombre al nacer pero ahora usan un nombre diferente. Para cada persona, el nombre que tiene hoy refleja su comprensión de su identidad.

De la misma manera, Jesús sabe quiénes somos y nos llama por nuestro nombre.

Jesús contrasta a los ladrones y bandidos del mundo consigo mismo, diciendo que mientras ellos “no vienen sino para hurtar y matar y destruir”, Jesús viene para que nosotros “tengamos vida y para que la tengamos en abundancia”. (10:10)

Al escuchar a Jesús, pienso en los titulares de las noticias que cuentan historias de paz destrozada y pienso en cómo el mundo define la seguridad y la protección.

El robo, la muerte y la destrucción no son las imágenes del Reino de Dios que tenemos en las Escrituras y el profeta Isaías habla de un mundo donde las espadas se transformarán en arados, herramientas para el beneficio de la comunidad. Entonces, supongo, sabemos que aún no hemos llegado allí.

Pero el salmo nos da una imagen de vida abundante donde Dios es nuestra seguridad. Como noté con la oveja perdida, alguien está observando cuidadosamente si nota que falta una de un grupo de cien. Como hijos de Dios, pertenecemos a Dios. Dios está mirando, no para sorprendernos cometiendo un error, sino porque Dios quiere el bien para nosotros. Nuestro pastor Dios nos ama y quiere mantenernos a salvo.

Y Dios nos provee con todo lo que necesitamos. También aprendemos esto en el Padrenuestro; cuando oramos por nuestro pan de cada día, confiamos en que Dios satisfará nuestras necesidades.

El salmista parece decir: “Es mayor lo que tengo en Dios que lo que no tengo en la vida”.i

Dios es también nuestro guía, guiándonos y llamándonos.

A veces Dios nos llama a lugares inesperados. ¿Recuerdas a Jonás huyendo cuando Dios le dijo que fuera a Nínive?

No quería ir porque sabía que Dios era misericordioso y pensaba que los pecadores allí debían ser castigados. Los discípulos que seguían a Jesús conocían Galilea y Jerusalén, pero luego les pidió que fueran a lugares desconocidos donde vivían gentiles y que pasaran tiempo con extraños y marginados.

El Reino de Dios es más grande que nuestras expectativas. En Israel la tierra es seca y rocosa, pero el salmista describe aguas tranquilas y verdes pastos o lo que un autor llama “brotes altos de amor”. ii

Este lugar, ya sea un lugar físico o un lugar que visitamos cuando nos sentamos en la presencia de Dios u oramos, se convierte en un lugar de restauración, que nos ayuda a exhalar, cuando ni siquiera sabíamos que estábamos conteniendo la respiración.

La presencia de nuestro pastor Dios con nosotros es la fuente de nuestra esperanza y consuelo, especialmente cuando no sabemos qué hacer a continuación. La vara de pastor y el bastón son herramientas para ayudar al pastor a rescatar a una oveja descarriada y señalar el camino a seguir. De la misma manera, a través de los mandamientos, Dios nos enseña cómo vivir juntos con Dios, entre nosotros y en el mundo. Dios nos guía y nos ayuda a seguir el camino correcto.

Y finalmente, el salmista dice que Dios nos prepara una mesa y nos unge. Recuerdo nuestros sacramentos. Somos ungidos en el bautismo cuando comenzamos nuestra vida de fe, y luego cada vez que recibimos el pan y el vino en la Sagrada Comunión, somos alimentados y nutridos para continuar nuestro camino.

Con esta imagen más completa de Dios como nuestro pastor, podemos unirnos a la declaración de David de que “ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida”. (v.6)

Gracias a Dios.


[i] Max Lucado. Safe in the Shepherd’s Arms. 21.

[ii] Lucado, 25.


John 1:1-10

Psalm 23

Today sometimes is called “Good Shepherd Sunday”. The Gospel and the psalm talk about God as a shepherd, someone who knows, protects and cares for the flock. Jesus calls himself the door or gate to the sheepfold and promises abundant life to his flock, and the Psalm paints an illustration of that abundant life.

I don’t know a lot about shepherds, but we hear about the shepherds in the fields to whom the angel appeared after the baby Jesus was born in Bethlehem and we know biblical characters who were shepherds, including Rachel, Zipporah, Moses and of course, David, who is named as the author of our psalm today.

One of the things I notice about our gospel is that when Jesus talks about his sheep, it’s plural – there’s more than one sheep in this flock. In Luke’s gospel, we have the parable of the lost sheep that tells us the shepherd would leave the ninety-nine to find the one who is lost. Someone is watching carefully if they notice one missing from a group of one hundred.

Imagine a table filled with 100 flowers or a bookcase with 100 books or a party with 100 guests. At some point, you stop counting. But Luke’s shepherd keeps counting and searching. Everyone counts.

The text remind us that we never come to faith or the Christian life alone – we are always in community and in relationship with God, with each other and with the world.

One of the other things I noticed was that Jesus says, the shepherd or gatekeeper calls his own sheep by name.

Naming someone has power to provide dignity, or it can strip it away. The children’s rhyme says words can never hurt us, but they can and do. I know several people who have changed their names. One is a woman who was twice widowed and when she moved to a new place, she began using her maiden name again. I also know several people who were given one name at birth but use a different name now. For each person, the name they have today reflects their understanding of their identity. In the same way, Jesus knows who we are and calls us by name.

Jesus contrasts the thieves and bandits of the world with himself, saying that while they “come only to steal and kill and destroy”, Jesus comes that we “may life and have it abundantly.” (10:10)

Listening to Jesus, I think about the news headlines that tell stories of shattered peace and I think about how the world defines security and safety. Theft, death and destruction aren’t the images of the Kingdom of God that we have in Scripture and the prophet Isaiah tells of a world where swords will be beaten into plowshares, tools to benefit the community. So, I guess, we know we aren’t there yet.

But the psalm gives us a picture of abundant life where God is our security. As I noted with the lost sheep, someone is watching carefully if they notice one missing from a group of one hundred. As God’s children, we belong to God. God is watching, not to catch us making a mistake, but because God wants good for us. Our shepherd God loves us and wants to keep us safe.

And God provides us with all we need. We also learn this in the Lord’s Prayer; when we pray for our daily bread, we are trusting God to meet our needs. The psalm writer appears to say, “What I have in God is greater than what I don’t have in life.”[i]

God is also our guide, leading us and calling us.

Sometimes God calls us to unexpected places. Remember Jonah fleeing when God told him to go to Nineveh? He didn’t want to go because he knew God was merciful and he thought that the sinners there should be punished. The disciples following Jesus knew Galilee and Jerusalem, but then he asked them to go to unfamiliar places where Gentiles lived and to spend time with strangers and outcasts.

God’s Kingdom is bigger than our expectations. In Israel the land is dry and rocky, but the psalm writer describes still waters and green pastures or what one author calls “tall shoots of love”.[ii] This place, whether it is a physical place, or a place we visit when we sit in God’s presence or pray becomes a place of restoration, that helps us exhale, when we didn’t even know we were holding our breath.

Our shepherding God’s presence with us is the source of our hope and comfort especially when we don’t know what to do next. A shepherd’s rod and the staff are tools to help the shepherd rescue a wayward sheep and to point the way forward. In the same way, through the commandments, God teaches us how to live together with God, with each other, and in the world. God leads us and helps us follow the right path.

And finally, the psalm writer says God prepares a table for us and anoints us. I’m reminded of our sacraments. We are anointed at baptism when we begin our life of faith and then every time we receive the bread and the wine at Holy Communion, we are fed and nourished to continue on our way.

With this fuller picture of God as our shepherd, we can join in David’s declaration that “surely goodness and mercy shall follow me all the days of my life.” (v.6)

Thanks be to God.


[i] Max Lucado. Safe in the Shepherd’s Arms. 21.

[ii] Lucado, 25.

Sunday, April 23, 2023

Third Sunday of Easter (Tercer Domingo de Pascua)

Lucas 24:13-35

I preached this sermon in the Spanish service; the English translation is below. 

Oremos…

Sean gratos los dichos de mi boca y las meditaciones de nuestros corazones delante de ti, oh Jehovah, Roca mía y Redentor mío. Amén. (Salmos19:14 RVA)

Sé que dije que hoy es el tercer domingo de Pascua, pero aquí en la iglesia, estamos en el tiempo "cronos", el tiempo que usamos para relojes y calendarios.

Y nuestras lecturas siguen estando en tiempo “kairos” o “tiempo de Dios”.

La lectura del Evangelio de hoy de Lucas tiene lugar en la noche de Pascua, menos de veinticuatro horas después de la resurrección, solo unas horas después de que las mujeres descubrieran la tumba vacía y se encontraran con Jesús en el camino mientras corrían para decirles a los otros discípulos: "¡Cristo ha resucitado!"

Cleofás y el otro discípulo están conversando mientras caminan por el camino a Emaús, y Jesús se une a ellos, pero Lucas dice: “sus ojos no podían reconocerlo”.

Mientras le cuentan a Jesús sobre los eventos en Jerusalén, escuchamos su sorpresa de que él no parece saber lo que había sucedido. Escuchamos su anhelo melancólico cuando dicen: “esperábamos que él fuera el que redimiría a Israel”. Escuchamos su desilusión porque no vieron a Jesús, como lo habían visto las mujeres.

Para ellos y sus amigos, la crucifixión acabó con sus esperanzas de un futuro diferente: sus esperanzas de estar libres de la ocupación; su sueño de un Mesías que sería su protector y salvación. Especialmente, en ese día, todavía estaban demasiado cerca de los eventos en la cima de esa colina en el Gólgota para ver algo más.

Pienso en cómo la mayoría de nosotros probablemente podemos recordar dónde estábamos y con quién estábamos cuando escuchamos la noticia de un evento traumático. Podría ser algo que afectó a todo el mundo, como el once de septiembre del dos mil uno, o algo regional, como el huracán Katrina en dos mil cinco, o podría ser algo mucho más cercano o más personal, como la muerte de un ser querido. Por siempre, hay un “antes” del evento y un “después” del evento. Y escuchamos y vemos todo lo demás a través del lente de esa pérdida.

Creo que eso es lo que sentían estos discípulos cuando Jesús se unió a ellos en el camino a Emaús y no pudieron reconocerlo. Estaban repitiendo los eventos recientes y preguntándose cuál era el significado.

Mientras se preguntaban acerca de Jesús, deben haber cuestionado quién era él si no era el Mesías. Tal vez él era simplemente un rabino o maestro bien informado, un profeta, o simplemente un hombre muy persuasivo.

Y no pueden negar la improbabilidad de las noticias que les trajeron las mujeres. Ellos mismos no habían visto a Jesús.

Las mujeres pueden haber tenido una visión, pero ¿dónde estaba la prueba?

Aquí hay una similitud entre su historia y la que escuchamos en el evangelio de Juan la semana pasada, cuando Tomás no creía que Jesús estaba vivo hasta que lo vio él mismo.

Como estos discípulos, cuando hemos mirado, esperado y orado por algo y no sucede, nos decepcionamos. Incluso si sabemos que Dios está con nosotros en la desilusión, todavía nos sentimos muy solos y es muy difícil.

Donde Jesús parecía compadecerse de Tomás, aquí su paciencia parece agotarse y les dice a estos dos discípulos que son insensatos por no entender más claramente lo que había sucedido en Jerusalén, preguntando: “¿No era necesario que el Mesías padeciera todas estas cosas y luego entrar en su gloria?

Jesús suena como un padre que les dice a sus hijos: “Te dije lo que iba a pasar”. Me imagino a Jesús sacudiendo la cabeza y diciendo: "¿No entiendes?" y escucha la furia y la frustración en su reproche.

No sé ustedes, pero si alguien me llama tonto o me regaña, mi reacción no es seguir escuchando.

Pero eso es exactamente lo que hacen estos dos discípulos. Siguen escuchando y Lucas nos dice que Jesús les abre la escritura mientras caminan. Puede que sus ojos todavía estuvieran cerrados, pero sus corazones estaban abiertos.

Conocemos las historias de Jesús de las Escrituras.

Sabemos que Dios nos promete nueva vida en Cristo en el bautismo y alimento para el camino cuando recibimos el cuerpo y la sangre de Cristo en la Sagrada Comunión.

Sabemos que Dios nos manda amarnos los unos a los otros, cuidar a la viuda y al huérfano, acoger al extranjero y servir al vecino.

Y, sin embargo, ¿con qué frecuencia nuestros ojos están cerrados a la presencia de Dios con nosotros?

¿Con qué frecuencia cuestionamos lo que Dios está haciendo, o incluso si Dios está con nosotros?

A veces nuestras propias "cosas" se interponen en el camino.

Nuestra ira o nuestro dolor o nuestra decepción.

A veces, como los discípulos en el camino a Emaús, no comprendemos que Dios estuvo presente hasta despues.

La Buenas Nuevas de la historia de Emaús es que Jesús no se da por vencido con nosotros. Jesús se aparece a estos dos discípulos y los acompaña en su camino, quedándose con ellos hasta que sus ojos se abren. Él hace múltiples apariciones después de la resurrección a sus discípulos, aquí y en Galilea, para que lo reconozcan, todavía, como Emanuel – Dios con nosotros – porque es un hecho que Cristo ha Resucitado.

Oremos…[i]

Dios bueno y misericordioso,

Gracias por tu Hijo Jesucristo

quien se nos da a conocer dondequiera que nos encuentra.

Ayúdanos a mantener nuestros corazones abiertos y poner nuestra fe y esperanza en Ti.

Que el Espíritu Santo abra nuestros ojos y encienda nuestros corazones con amor.

Amén.



[i] Adapted from Nathan Nettleton, Laughing Bird Liturgical Resources. Laughingbird.net


Luke 24:13-35

I know I said today is the third Sunday of Easter, but here in the church, we are on “chronos” time – the time we use for clocks and calendars.

And our readings are still on “kairos” time or “God’s time”.

Today’s Gospel reading from Luke takes place on Easter evening, less than 24 hours after the resurrection — only hours after the women discovered the empty tomb and met Jesus on the way as they ran to tell the other disciples that “Christ is Risen!”

Cleopas and the other disciple are talking while they are walking along the road to Emmaus, and Jesus joins them, but Luke says, “their eyes were kept from recognizing him.”

As they tell Jesus about the events in Jerusalem, we hear their surprise that he doesn’t seem to know what had happened. We hear their wistful longing when they say, “we had hoped he was the one to redeem Israel.” We hear their disappointment that they did not see Jesus, like the women had seen him.

For them and their friends, the crucifixion ended their hopes for a different future — their hopes for freedom from occupation; their dream of a Messiah who would be their protector and salvation. Especially, on that day, they were still too close to the events on that hilltop in Golgotha to see anything else.

I think of how most of us can probably remember where we were and who we were with when we heard the news of a traumatic event. It could be something that affected the whole world, like September 11, 2001, or something regional, like Hurricane Katrina in 2005, or it could be something much closer or more personal, like the death of someone you love. Forever after, there is a “before” the event and an “after” the event. And we hear and see everything else through the lens of that loss.

I believe that’s what these disciples were feeling when Jesus joined them on the road to Emmaus and they could not recognize him. They were replaying the recent events and wondering what the meaning was.

As they wondered about Jesus, they must have questioned who he was if he was not the Messiah. Maybe he was merely a knowledgeable rabbi or teacher, a prophet, or just a very persuasive man.

And they cannot deny the improbability of the news the women brought to them. They hadn’t seen Jesus themselves. The women may have had a vision, but where was the proof? There’s a similarity here between their story and the one we heard in John’s gospel last week – when Thomas would not believe Jesus was alive until he saw him himself.

Like these disciples, when we have watched, hoped and prayed for something and it doesn’t happen, we are disappointed. Even if we know that God is with us in the disappointment, it still feels very lonely and very difficult.

Where Jesus seemed to show compassion to Thomas, here his patience seems to run out and he tells these two disciples they are foolish for not understanding more clearly what had happened in Jerusalem, asking, “Was it not necessary that the Messiah should suffer all these things and then enter into his glory?”

Jesus sounds like a parent telling his children, “I told you what was going to happen.” I imagine Jesus shaking his head and saying, “Don’t you understand?”  and hear the exasperation and frustration in his rebuke.

I don’t know about you, but if someone calls me foolish, or scolds me, my reaction isn’t to keep listening.

But that’s exactly what these two disciples do. They keep listening and Luke tells us Jesus opens the scripture to them while they walk. Their eyes still may have been closed but their hearts were open.

We know the stories of Jesus from Scripture.

We know God promises us new life in Christ at baptism and food for the journey when we receive Christ’s body and blood at Holy Communion.

We know God commands us to love one another, to care for the widow and orphan, to welcome the stranger and serve our neighbor.

And yet, how often, are our eyes closed to God’s presence with us? How often do we question what God is doing, or even whether God is with us?

Sometimes our own “stuff” gets in the way.

Our anger or our grief or our disappointment.

Sometimes, like the disciples on the road to Emmaus, we do not understand that God was present until later.

The Good News from the Emmaus story is that Jesus doesn’t give up on us. Jesus shows up for these two disciples, and accompanies them on their journey, staying with them until their eyes open. He makes multiple appearances after the resurrection to his disciples, here and in Galilee, so they will recognize him, still, as Emanuel – God with us – because Christ is Risen, indeed.

Let us pray…[i]

Good and gracious God,

Thank you for your Son, Jesus Christ

who makes himself known to us wherever he find us.

Help us keep our hearts open and set our faith and hope on You.

May the Holy Spirit open our eyes and set our hearts on fire with love.

Amen.


[i] Adapted from Nathan Nettleton, Laughing Bird Liturgical Resources. Laughingbird.net


Sunday, April 16, 2023

Second Sunday of Easter (Segundo Domingo de Pascua)

1 Pedro 1:3-9

I preached this sermon in the Spanish service; the English translation is below. 


Oremos…

Sean gratos los dichos de mi boca y las meditaciones de nuestros corazones delante de ti, oh Jehovah, Roca mía y Redentor mío. Amén. (Salmos19:14 RVA)

La carta o epístola que tenemos en las lecturas de hoy se atribuye a Pedro, el discipulo. Los estudiosos no creen que Pedro lo haya escrito; sin embargo, fue nombrado en su honor o memoria. Eso me da mucha esperanza. En realidad, Pedro me da mucha esperanza.

Cuando enseñamos a los estudiantes de Confirmación acerca de Pedro, el plan de estudios lo llama “Blockhead” o "un tonto". No es un elogio.   También se puede traducir como "bobo". Pedro se tambalea y tropezaba mientras seguía a Jesús. Es impulsivo. Deja sus redes de pescar y se hace un discípulo. Confiesa que Jesús es el Señor. Quiere quedarse en la cima de la montaña en la Transfiguración. En dos evangelios, le corta la oreja a un hombre con una espada cuando los soldados vienen a arrestar a Jesús.

Pero luego, niega haber conocido a Jesús tres veces.

Y sin embargo, a pesar de sus errores, Pedro es recordado como un discípulo entusiasta y fiel. Por eso me da esperanza. No podemos ser discípulos perfectos, pero podemos ser fervientes.

De la misma manera que las lecturas del Evangelio de Juan durante la Cuaresma ayudaron a preparar a las personas para ser bautizadas en la Pascua, esta carta enseña a los primeros cristianos cómo vivir en una comunidad fiel. Los primeros cristianos fueron perseguidos y tenían miedo. Y Pedro sabía lo que era seguir a Jesús y tener miedo. Había visto a Jesús hacer milagros y enseñar. Se había enfrentado a la elección de protegerse a sí mismo o identificarse como uno de sus discípulos. Y había encontrado al Cristo resucitado y había sido perdonado. Es importante destacar que Pedro sabía que Dios lo amaba, a pesar de sus fallas y errores.

Entonces, esta carta comienza con una declaración vibrante de la misericordia de Dios y el “nuevo nacimiento para una esperanza viva” que recibimos a través de la resurrección de Jesús.

Inmediatamente, sabemos que las cosas no van a ser como antes. Dios está preparando algo nuevo, y nuestra esperanza no solo se encuentra en las promesas anteriores que tenemos de los profetas, sino que se ha convertido en una esperanza viva porque tenemos un Señor y Salvador vivo.

Esta esperanza viva se convierte en nuestra lente para ver el mundo que nos rodea, y nada puede arrebatárnosla.

Pero el autor de la carta es honesto acerca de los desafíos actuales. Vivir como discípulos no significa que nuestras vidas estén libres de pruebas. Como escuchamos en la historia del evangelio de Tomás, incluso cuando hay fe, puede haber duda.

La realidad de nuestras vidas es que hay luchas y dificultades.

Cometeremos errores y sufriremos desilusión y dolor.

Lo que es diferente es que no somos destruidos por estas pruebas.

Porque hemos sido testigos de lo que Dios ha hecho antes. Hemos visto la muerte vencida y el mal vencido. Hemos visto a Jesús resucitado.

A menudo, el versículo siete se usa para decir que nuestro sufrimiento y pruebas son pruebas de fe iniciadas por Dios. Ese no es el Dios que conozco, el que nos ama incondicionalmente y nos muestra una misericordia ilimitada. Y no es el Dios que abrazó a Pedro incluso después de que él negó a Jesús.

En cambio, creo que es útil considerar la duda, el sufrimiento y las pruebas como partes de la vida que revelan algo nuevo sobre nuestra fe.

De la misma manera, cuando el metal precioso se refina con fuego, la escoria o las impurezas se separan del metal precioso y se revela una nueva belleza. [i]

Como dice el salmista en el Salmo dieciséis, conocemos a un Señor que nos aconseja, nos instruye y nos muestra el camino de la vida.

Conocemos a un Señor que nos acompaña en la vida, y en la presencia del Señor hay plenitud de gozo. Nuestros corazones se alegran, y nos regocijamos y adoramos a Dios.

La temporada de Pascua durará cincuenta días, pero todos los domingos, ya sea un domingo de Pascua o uno en medio de la larga y verde temporada después de Pentecostés, es una celebración de la Resurrección y la nueva vida y esperanza viva que tenemos en Jesús. Y “la adoración no termina con la bendición”. No es el final sino el envio. [ii]

Nuestro servicio -nuestro gozo y esperanza y alabanza por la fidelidad de Dios- se convierte en una forma de estar en el mundo porque forma parte de nuestra identidad como hijos de Dios y de cómo vivimos cada día como comunidad cristiana.

Oremos…

Dios bueno y misericordioso,

Gracias por tu Hijo Jesús, que resucitó de entre los muertos y nos muestra tu poder para destruir la muerte y el mal.

Gracias por el nuevo nacimiento y la esperanza viva que nos da poder para vivir como discípulos hoy.

Cuando batallamos, ayúdanos a escuchar tu consejo e instrucción y a confiar en tu presencia entre nosotros.

Por tu Espíritu, ayúdanos a vivir con plenitud de alegría cada día.

Oramos en el nombre de Tu Hijo, nuestro Señor, Jesús.

Amén.


[i] Jennifer T. Kaalund, “Commentary on 1 Peter 1:3-9”, Working Preacher. Luther Seminary. https://www.workingpreacher.org/commentaries/revised-common-lectionary/second-sunday-of-easter/commentary-on-1-peter-13-9-5, accessed 4/14/2023

[ii] The Rev. Dr. Derek Weber. “Fullness of Joy”, UMC Discipleship Ministries. www.umcdiscipleship.org


1 Peter 1:3-9

The letter, or epistle, we have in today’s readings is attributed to the disciple Peter. Scholars don’t think Peter wrote it; however, it was named in his honor or memory. That gives me a lot of hope. Actually, Peter gives me a lot of hope.

When we teach confirmation students about Peter, the curriculum calls him “an earnest blockhead.” “Blockhead” is not a compliment. It can be translated as “fool”. Peter bumbles and stumbles as he follows Jesus. He is impulsive. He leaves his fishing nets and becomes a disciple. He confesses Jesus is Lord. He wants to stay on the mountaintop at the Transfiguration. In two gospels, he cuts off a man’s ear with a sword when the soldiers come to arrest Jesus. But then, he denies that he knows Jesus three times.

And yet, despite his mistakes, Peter is remembered as an enthusiastic and faithful disciple. That’s why he gives me hope. We cannot be perfect disciples, but we can be earnest.

In the same way that the readings from John’s Gospel during Lent helped prepare people to be baptized at Easter, this letter teaches early Christians how to live in faithful community. The early Christians were persecuted, and they were afraid. And Peter knew what it was like follow Jesus and to be afraid. He had witnessed Jesus perform miracles and teach. He had faced the choice to protect himself or to identify as one of his disciples. And he had met the resurrected Christ and been forgiven. Importantly, Peter knew God loved him, despite his failures and mistakes.

So, this letter begins with a vibrant declaration of God’s mercy and the “new birth into a living hope” that we receive through the resurrection of Jesus.

Immediately, we know that things are not going to be the same as they were before. God is up to something new, and our hope is not only found in the former promises we have from the prophets, but it has become a living hope because we have a living Lord and Savior.

This living hope becomes our lens for seeing the world around us, and nothing can take it from us.

But the letter’s author is honest about present day challenges. Living as disciples does not mean that our lives are free from trials. As we heard in the gospel story of Thomas, even when there is faith, there can be doubt. The reality of our lives is that there are struggles and difficulties. We will make mistakes and we will suffer disappointment and grief.

What is different is that we are not destroyed by these trials.

Because we have witnessed what God has done before. We have seen death defeated and evil overcome. We have seen the resurrected Jesus.

Often verse 7 is used to say that our suffering and trials are tests of faith initiated by God. That isn’t the God I know – the one who loves us unconditionally and shows us boundless mercy. And it isn’t the God who embraced Peter even after he denied Jesus.

I think it is helpful instead to look at doubt and suffering and trials as parts of life that reveal something new about our faith. In the same way when precious metal is being refined by fire, the dross, or the impurities, separate from the precious metal and new beauty is revealed.[i]

As the psalmist says in Psalm 16, we know a Lord who gives us counsel, instructs us, and shows us the path of life. We know a Lord who accompanies us in life, and in the presence of the Lord, there is fullness of joy. Our hearts are glad, and we rejoice and worship God.

The Easter season will last fifty days but every Sunday, whether it is a Sunday of Easter or one in the middle of the long, green season after Pentecost, is a celebration of the Resurrection and the new life and living hope we have in Jesus. And “worship doesn’t end with the benediction” . It is not the ending but the sending.[ii]

Our worship - our joy and hope and praise for God’s faithfulness - becomes a way of being in the world because it is part of our identity as children of God and how we live as Christian community every day.

Let us pray…

Good and gracious God,

Thank you for your Son Jesus, who was raised from the dead and shows us Your power to destroy death and evil.

Thank you for the new birth and living hope that empowers us to live as disciples now.

When we struggle, help us hear your counsel and instruction and trust in your presence with us.

By your Spirit, help us live with the fullness of joy every day.

We pray in the name of Your Son, our Lord, Jesus.

Amen.


[i] Jennifer T. Kaalund, “Commentary on 1 Peter 1:3-9”, Working Preacher. Luther Seminary. https://www.workingpreacher.org/commentaries/revised-common-lectionary/second-sunday-of-easter/commentary-on-1-peter-13-9-5, accessed 4/14/2023

[ii] The Rev. Dr. Derek Weber. “Fullness of Joy”, UMC Discipleship Ministries. www.umcdiscipleship.org


Sunday, April 9, 2023

Easter Sunday

Matthew 28:1-10

When we witness the two women at the tomb in that early dawn, we can imagine their sorrow. They went to visit the tomb of their friend and teacher Jesus, the one they believed to be the Messiah. But for all appearances, Jesus had been crucified and buried and all logic and understanding said that was the end.

And then, Matthew tells us that suddenly the earth shook, and an angel appeared, and the women learned that Jesus lives.

Today we celebrate with those first witnesses to the Resurrection that Jesus is risen from the dead, that He has broken the tomb wide open and that He has come back to life and is with us. And then, like the two women named Mary and the other disciples who met Jesus in Galilee, we have to ask, how will we respond to the Risen Christ?

If we are like the disciples in Matthew’s gospel, we will respond with some mixture of fear, joy and obedience. It’s a good reminder that there is more than one way to respond faithfully to God.

Throughout Scripture we hear God and messengers from God tell us, “Fear not” and “Do not be afraid”. The messengers are fulfilling ancient prophecy, they are delivering good news of great joy, they are there to reassure the people of God’s comforting presence in the midst of uncertainty and confusion. Fear is a natural, human response to what we don’t know or understand.

I learned during my Spanish lesson this week that when we say we like something in English we only have one word for that, but in Spanish there are two different words that mean “to like.” If you want to say that you like tamales, you would say, “Me gustan tamales” but if you want to say that you like your pastors, you would say, “Me caen bien los pastors.”

In the same way, in English, when we say we fear something, we often mean we have a phobia or fear of something, like a fear of snakes or thunderstorms or the unknown. (φόβου Matt. 28:4 BGT) 

But we use the same word in English and in Greek when our fear is not a state of being filled with terror, as much as it is being filled with awe. The meaning changes but you have to understand the context to know that.

We hear this meaning of fear in Psalm 139 when the psalmist declares, “I praise you because I am fearfully and wonderfully made.” And again in Martin Luther’s Small Catechism where he began each explanation of the commandments with the words, “We are to fear and love God…” Luther wasn’t trying to strike terror in our hearts, but he did want us to respond to the extraordinary love of God.

So, when the angel tells the women, “Do not be afraid” (v. 5), he is comforting them in their genuine fear of what they cannot understand: the earthquake, the angel’s appearance, Jesus’ absence from the tomb.

But when they leave the tomb with “fear and great joy” (v. 8),

their fear has been transformed and they are in awe of what God has done.

Lutheran pastor Mark Allan Powell writes that, “Joy transforms fear into worship.”[i]

Here, joy is more than fleeting happiness.

It is the joy that the prophet Nehemiah promises Israel saying, “The joy of the Lord will be your strength” (Nehemiah 8:10) and that the psalmists say is found in God’s presence (Psalm 16:11).

It is the joy that the magi experience in the presence of the infant Jesus at the Nativity. “Joy is a fruit of the [Holy] Spirit (Galatians 5:22) and a mark of those who love the Lord Jesus. (1 Peter 1:8).”[ii]

This joy is from God, and it is enduring. 

This Easter morning our response to the Risen Christ is joy-filled worship. We adorn the cross with butterflies to celebrate the promise of new life, of the transformative power of God. Our melodies ring throughout the church, and with shouts of Alleluia, we rejoice because Jesus is risen from the dead, He has broken the tomb wide open, and He has come back to life and is with us. After the foot washing and the last supper, the crucifixion and the despair of Holy Saturday, “Easter means that hope prevails over despair.”[iii]

And yet, while our joy endures, we cannot stand still. The two women named Mary obediently follow the commands they’re given first by the angel of the Lord and then by Jesus. As witnesses to the Resurrection and disciples of Jesus, we too are called not only to “come and see” but to “go and tell” what God has done.

Every day we are called to share God’s love in our words and our actions and certainly, our care for each other and for our neighbors is one way of telling what God has done.

But if you want to try something new, the Easter season is fifty days long so each day, you could write down one way you saw God in the world and then share what you have seen with a friend.

You could tell someone the story of how your faith was formed.

You could find out the story behind your favorite hymn and tell someone else what you learned.

You could – and I know what I’m asking –

but you could invite someone to come and worship here with you at Grace!

Church, Jesus is risen from the dead, He has broken the tomb wide open, and He has come back to life and is with us. God has done this because God’s love is for the whole world, so do not be afraid, come and see, and go and tell! 

Let us pray….[iv]

God of the empty tomb, Risen Lord,

On Easter Sunday you give us new life and

a renewed hunger for faith.

We know that Easter does not mean the work of seeking stops. Instead, you are now on the loose—out in the world, anywhere

and everywhere.

So our seeking only continues

as we look for your fingerprints all around us.

Give us clarity for the things we seek,

and the courage to continue the work with awe, joy and obedience. Amen.



[i] Mark Allan Powell. Loving Jesus, 121.

[ii] Powell, 119.

[iii] Desmond Tutu.

[iv] Adapted from prayers by The Rev. Sarah A. Speed, A Sanctified Art.